Surgen muchas disputas a la hora de conocer cuál es el sistema más eficiente a la hora de usar la calefacción. Asociado a esta idea está el concepto de ahorro económico.

El consumo energético medio en una vivienda se pude dividir en 3 partes calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria. De estas 3 la primera de ellas conlleva el 69%.

Lo más importante para determinar el gasto es saber cómo se genera el calor, si está centralizado o no y si posee control del sistema individual.

Según un estudio el 48% de los inmuebles tiene una caldera estándar. El cambio a una caldera de condensación o de baja temperatura supone tener una forma de control más específica y un sistema mucho más eficiente. Solo entre un 4 y 5% de las viviendas en España tiene uno de estos sistemas.

A la vez que tener un generador eficiente, debemos contar con una forma de combustible de mejor categoría. Usar una caldera de biomasa nos puede proporcionar un aumento en la calificación energética hasta el nivel B. Una vivienda con esta calificación puede llegar a ahorro en torno a unos 1000€ anuales en comparación con calificaciones F y G.

Para añadir una cuestión más a este apartado, desde el 1 de enero de 2017, según la directiva europea (aunque todavía no está traspuesto al sistema jurídico español), se tiene que tener repartidores de costes en comunidades de vecinos con calderas centralizadas. Estos sistemas permiten ahorrar en la factura, ya que se consume cuando una vivienda lo necesita o incluso dentro de la vivienda, solo las habitaciones ocupadas, con el significativo ahorro no solo para el propietario, sino también para la comunidad.

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